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- 160 - de una enfermedad contmída por sus ex,cesivas morfüi– cadones, se sintió con apetito de comer unas uvas. In– formado de esto el buen Padre, procuró inmediatamente satisfacer:ie, conduoiéndo'1e lo mejor que pudo a la viña de un amigo suyo, cercana al convento, y le hizo sentar junto a una cepa, que bendijo. Mandóle que comiese, y él lo hizo asimismo para comp,lacerie. Luego que comió aquella:s uvas el enfermo, se halló perfectamente bueno. Esto fué un e.focto de su discr,eta pmdenoia, con la que, desa:probamdo la eX!cesiva austeridad de Fray Sii'lvestre, quiso a lo menos que tomase aquella esipede de reme– dio, que parecía pedía su naitura!Ieza ( 1). 156. La prudencia y discreción del Santo muéstran– se compasivas. La discredón de San Frandsco :-- afi11ma Fray Ber– nardo de Bese, secretario de San Buenaventura - se mostra!ba en todas las ocas,iones. Diiee este autor que no hablaba nunca a sus religiosos sino con pa,labras amables y oficiosas; que se compadecía de los débi1les; con,solidaba a los jóve!Ues en la práctica de las virtu– des; mostraba respeto a los andanas, y si los sacerdo– tes cometían alguna fa 1 lfa, los reprendía en secrefo. En una palabra, que hacía gran aprecio de aquellos que eran di,gnos de consiideraoión por su nadmjento, su mé– rito y su dignidad. Aunque no podía sufrir que los re1igio1sos se vistie– sen de paños finos y delicados, dedarando que lo tosco y grosero del hábito era necesario a su i.nstituto y a la predkaición de la penitencia, sin embargo, atendiendo a ],as necesi,daides que podrían aquejar a sus reiligiosos, les concede puedan usar dos túnicas y llev,ar calzado en caso de necesidad. Añaiden sus compañeros que aque– llos que neces 1 itaban una túniica más blanda y más adap– tada al abrigo, se la concedía, con la condición de que lo exterior fuese muy pobre, a fin de mantener en ellos (1) Florecillas: Apéndice a la Primera parte, cap. V.

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