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CAPíTULO XVII San Francisco y la prudencia 150. ,Procura -el Santo fomentar la humildad entre los religiosos. - . Deseando nuestro amado Padre San Francisco mante– ner en sus hijos el espíritu de humildad y de fervor, pro– curaba con sus predicaciones cortar en ellos todo senti– miento de orgullo. Habiendo predkado, pues, el carde– nal protector de la Orden delante de todos -los religiosos reunidos en Capitulo, a quienes colmó de alabanzas, cuando hubo terminado el sermón, el Santo pidió per– miso al cardenal para subir al púlpito. Luego que lo ob– tuvo, con fogosa y ardiente palabra, predijo y reipre– sentó muy a:J vivo las tentaciones y trabajos que habían de padecer, y la mudanza y decadencia de la Orden. Reprendióles su flaqueza y su poca fidelidad en corres– ponder a los singulares favores que habían recibido de Dios; habló con tal celo, que, reprimiendo la vana com– placencia que hubiera podido despertar e,l sermón del cardenal,. -los cubrió a todos de confusión. El cardenal, con el sermón del Sanfo, quedó algún tanto mortificado, por cuya causa le dijo: "¿Por qué, hermano, me habéis contradicho, oponiendo las imperfecciones de vuest(Os frailes a la alabanzas que antes les he dirigido?" ¡ Se'" ñor y padre mío_.:_respon,dió el Santo-, he hab'lado de esta manera para conservar la materia de vuestras ala– banzas. Yo temía que siendo éstas dadas por un perso– naje de vuestra cailidad, fuesen motivo de vanagloria en los que la humildad no ha echado aún profundas raí– ces." Magnífico y sublime consejo que dictta la pruden– cia del Santo Padre para .las personas es·pirituales, que

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