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- 144- procure limpiarle con lágrimas." Ta,I es la lección que daba este consumado y experimentado maestro. Lección que todos debemos adoptar, si querernos prosperar en la vida espiritual ( 1). 139. Enseña que se debe orar en la soledad y guar– dar el secreto del Señor. Quería el Santo qué sus hijos, al dedkarse a la ora– ción, huyesen de los tumultos deJ mundo; y, en cambio, se recogiese en la soledad, porque allí es donde, según testimonio de Jesucristo, se comunica Dios al alma. Asi– mismo encargaba se ocultasen las cosas ocultas y se– cretas que reveila el Señor, las cuales únicamente podrían publicarse cuando lo pfdiese. la caridad de Cristo, o lo exigiese la carida,d espiritual de los prójimos; pues, ha– blando de estas cosas decía: "Acontece no pocas veces que por una fútil ligereza se pierden las cosas de un valor inestimable, y se pwvoca al dador de ellas a que no nos las conceda de nuevo con tanta facilidad." Tam– bién enseñaba que, cuand.o se recibe alguna visita de Dios, es necesario decide: "Vos sois, Señor, el que ha enviado esta •consolación del cielo a mí, pecador, indigno de vuestras bondades. Por tanto, la pongo en vuestra custodia, porque soy capaz ,de perder vuestro tesoro.'' Estos documentos, del más puro ascetismo, presentan al bienaventurado Padre como un consumado y perfectí– simo maestro de la vida espiritual (2). 140. Enseña que los grandes negocios ,deben consul- tarse en la oración. ' · La vida penitente y austera de San Francisco llamaba tanto :1a atención, que algunos nobles y ricos de Asís resolvieron abandonarlo todo ,para seguírle e imitarle. Entre éstos fué el primero Bernardo de Quintaval, hom– bre muy rico, de singular prudencia, y de üna de las fami,lias más distinguidas de Asís. Presentóse este caba- (1) Obras de San Francisco. (2) Celano: Vida Segunda, cap. VII, núm. 94.

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