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CAPiTULO XVI San Francisco y la 0N1ción mental y vocal 137. Tiempo 1 lugar y fervor con que oraba el Santo. La vida de San Francisco fué un acto no interrum-· pido de oradón. O bien permanecía absorto en 4a con– templación de las perfecciones divinas, o bien hablaba o predkaba de Dios. Consagró a la oración su cuerpo,. su corazón, todas sus acciones y todo su cuerpo. Estan– do fuera o dentro del convento, comiendo o descansan– do, siempre se le veía fija su mente y su corazón en su amado Dios y Señor. Aunque en todas partes oraba, sin embargo, siempre que podía elegía los sitios más soli-· tarios. Cuando oraba en común, evitaba toda señal exterior que pudiese descubrir las disposiciones secretas de su alma; ,pero cuando oraJba en la soledad, entonces, dan– do rienda suelta a su corazón, resonaban en los bo,sques los profondos suspiros- y gemidos en que prorrumpía; regaba la tierra con sus iágrimas y golpeaba áspera– mente su pecho. Allí pedía misericordia por sus peca– dos con grandes exclamaciones, y se dolía en alta voz. de la Pasión de Jesucristo, como si la túviese delante de los ojos. La oración era para el seráfico Padre un verdadero descanso, del que se servía para elevar su espíritu a las. mansiones ce:Iestiales, adonde buscaba al amado de su alma; era también un so:lidísimo apo,yo, pues, descon-· fiando de sí mismo en todo cuanto hacía, sólo confiaba en la piedad divina, en la cual depositaba todos sus. cuidados. Afirmaba con frecuencia "que el hombre reli– gioso debe desear sobre todas las cosas la gracia de la

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