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- 14.0- to predicaba y aconsejaba acerca de la obediencia. Siga– mos las huellas de tan buen Padre, y estaremos seguros de no equivocarnos ni errar en lo que tanto bien nos. puede proporcionar ( 1). 134. Enseña que no deben poner,se preceptos de obediencia por cosas leves. El seráfico Patriarca no solamente se presenta como consumado asceta, sino que también aparece prudente y sabio moralista. A este propósito nos dke CeJano lo si– guiente: "Creía el Santo que raras veces se debe obligar por obediencia, ni fu'lminar prontamente este recurso que debe ser e:I extremo, porque decía: "No se ha de echar mano a la espada. En cambio, afirmaba que aquel que no se apresurase a cumplir el precepto, ni temía a Dios ni respetaba a los hombres.." Y nada más verdadero que esto: ¿porque qué otra cosa es la autoridad de mandar en un superior temerario, sino como una lanza en manos del furioso enajenado? ¿Qué cosa más desesperante que un religioso despreciador de fa obediencia? (2). 135. El v-erdadero obediente debe semejarse a un muerto. Habiendo en cierta ocasión desobedecido un religioso, mandó el piadoso Padre que 'le despojasen de todos sus vestidos y que Jo arrojasen y sepultasen en un grande hoyo. Y como los religiosos hiciesen Jo mandado, cuan– do la tierra le llegaba al cuello, se acercó y le preguntó: "Hermano, ¿estás ya muerto? ¿Estás muerto?" "Sí, pa– dre-contestó el ,desobediente-, ya estoy muerto." En- .tonces el Padre le dijo: "Levántate si estás muerto de veras y obedece según debes a la seña'l del prelado, no rehuses ningún precepto, así como 'e:1 muerto a nadie contradice. Muertos y no vivos quiero yo a mis frailes y seguidores. Con esta severidad, castigaba el biuen Pa– dre las faltas de obediencia. Sírvannos estos ejemplos de (1) Celano: Vida Segund,a, Segunda parte, cap. XV, nú:n. 151.-San Buenaventura: Leyenda,. cap. VI, núm. 4. (2) Celano: Vida Segunda, cap. XV, núm. 153.

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