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- r33 - limosna y siendo socorrido en seguida por una madre y una hija, a las dos, sin mirarles el rostro, las animó y les dió las gradas. Habiéndose a,lejado de aquel lugar, le dijo el compañero: "¿Por qué, Padre, no has mirado a.la Santa Virgen, que con tanta devoción vino a ti? A lo que respondió: "¿Quién no temerá mirar ~ fa esposa de Cris.t@? Además, si predicamos con los ojos y con la cara, ella pudo mirarme a' mí, mas no yo a ella." No pueden darse más consejos en menos palabras. ¡ Ojalá nunca oJvidemos tan discretas y pPLl'dentes palabras! ( 1) . 127. Es enemigo de fa ociosidad. San Buenaventura nos dice que el Santo era tan ene– migo de la ociosidad, que afirmaba ser ella una inmunda sentina de donde proceden los mafos pensamientos; por lo cual enseñaba con su ejemplo que .la carne rebelde y perezosa debe domarse con duras disciplinas y no inte– rrumpido trabajo. De aquí es que daba a su cuerpo el nombre de hermano asno, como que está destinado a llevar grandes cargas, a sufrir. recios go 1 lpes y a ser sus– tentado con vil y escaso alimento. Por eso cuando veía algún ocioso y vagabundo de esos que pretenden comer y vivir a expensas y sudor de otros, lo llamaba con el denigrante apodo de Fray Mosca. Afirmaba, además, que los perezosos que no se ocupan de continuo en al– gún trabajo, serían pronto vomitados de la boca de Dios. Así, pues, mandó y dijo varias veces: "Quiero que mis religiosos trabajen y estén siempre ocupados, y aquellos que· no saben oficio alguno, que fo aprendan." Decía también que el ocioso no era verdadero se.rvidor de Dios. En efecto, cierta noche, estando en su celda, llamó a los religiosos, que estaban descansando, y les elijo: "Hermanos, he rogado al Señor que se dignara manifesfarme cuándo seré yo verdadero servidor suyo, y cuánido no, pues nada deseo más que ser en todo tiem- (1) Celano:Vida. Segund.a, Segunda parte, cap. IX.-San Buenaven, ', tura: Leyenda, cap. V, núm. 5.-Regla Primera, cap. XII.-Wadding: Obras de San Francisco, Colaci6n VI.