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- 130- dos amigos fieles, recibir de grado el beneficio y, en cambio, no conceder tiempo oportuno al que da de ba,1- de? ¿Qué clase de servidos pudiste, hasta el presente, hacer al Señor tu Dios, sin el. auxilio y concurso del cuerpo? Acaso, como tú mismo confiesas, ¿ no se expuso por ello a toda prueba?" "Confiésote, hijo mío-res,pon– dió el padre-, que esto es una pura verdad." "Es, pues,, razonable-:insistió el religioso-que a un tan fiel amigo, le faltes en tiempo de extrema necesidad, si él expusa por ti a sí mismo y su bienestar hasta la muerte? Lejos de ti, oh, Padre, lejos de ti este pecado contra el Señor." "Bendito seas, hijo mío-exdamó entonces el Santo-, que tan sa:biamente has ·propina:do a mis temores salu– dahles remedios." Luego, dirigiéndose a su cuerpo, comenzó a conver– sar con .él: "Alégrate, hermano cuerpo-decíale. y per– dóname-, pues en adelante atenderé con gusto tus de– seos, y me apresuraré a socorrerte liberalmente en tus quejumbrosas exigencias." ¡Cuán hermoso es este diáilogo! ¡Cómo se retrata en él la santa simplicidad que tanto recomendaba a sus hijos! ¿En qué podría deleitar a aquel cuerpo, ya más muerto que vivo, por los rigores de fa penitencia y de. las austeridades? Los que tienen e.l cuenpo desmoronado por la enfermedad, fijen la vista en fan santo modelo,. y guíense por el oportuno y prudente consejo ( 1). 124. Doctrina y enseñanza sobre el silencio. BI penitente y austero Francisco no solamente morti– ficaba su carne con ayunos, vigilias y otras asperezas, sino que llevaba también la austeridad a fa lengua. Y así nos dice San Buenaventura, que el bendifo Padre desea– ba, en gran manera, que sus r·eligiosos guardasen el silencio prescrito en el Evangelio, esto es, que se abs-• tuvieran siempre solícitamente de toda palabra ociosa, como que de ella hay que dar cuenta en el día del juicio. (1) Celano: Vida Segunda, Segunda parte, cap. XXV, núms. 210-211 •.

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