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126 - frir los azotes que tienes bien merecidos! E,J hábito reli– gioso sir:ve para decencia y lleva consigo ~l caráder de la santidad; por esa razón 110 debe apro,piárselo un lu– jurioso. Ahora bien , si pretendes huir del castigo, mar– cha, si puedes, donde te pJazca." En seguida formó con sus manos siete bolas de nieve de diferentes tamaños, y puesto delante de ellas, se expresó de esta manera: "Aquí tienes, cuerpo mío: esta figura mayor es tu es– posa, estas cuatro son dos hijos y dos hijas, y las dos últimas, un criado y una doncella, que conviene tengas para tu servicio. Apresúrate a vestirlas, que se están muriendo de frío. Mas si la afanosa so,]icitud de estas cosas te es grave y molesta, procura desprenderte de ellas y conságrate fielmente a tu Dios y Señor." De esta manera logró refrenar los apetitos desordenados de la carne y vencer al tentador ( 1). 119. Del trato que dab.a a su cuerpo y del de,sprecio ele sí mismo. Su penitencia era fan extremada cuando se trataba de satisfacer las necesidades de la flaca naturaleza, que todo le parecía regalo y delicia. Así,. pues, .no permitía que el lecho, dondequiera que recibiese hospedaje, se cubriera con ropa alguna; sólo la dura tierra cubierta con burdo paño era el lecho de su descanso, y cuando el sueño le acometía, sentábase, r.eclinando su cabeza sobre un palo o una piedra; Obligado poir fa enferme– dad a comer carne, cuando mejoró algún tanto, fuese a la ciudad de Asís, y llevando una cuerda atada al cuello, exclamaba: "¡ He aquí un glotón que, aunque no lo creáis, sé ha hartado de carne de gaJlina!" En otra oca– sión, estando debilitado, sintió deseo de comer carne de pollo, y para castigar el deseo que no consintió, al pasar junto a un estercüilero, viendo un pollo muerto medio po– drido, tornándofo y aip,Iicándoselo a las narices, se decía: "Glotón, ¿no querías carne de pollo? Come ahora a tu (1) San Buenaventura: Leyenda, cap. V, núm. 4.-Waddíng: año 1272,.

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