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- II8- y dueño." Este profundo sentimiento de respeto y vene– ración, que el Santo ,pmfesaiba ail cardenal, es tradición constante ,procedía de una visión que tuvo, por la cual comprendió que su piadoso protector sería a4gún día jefe supremo de la Iglesia. Por esto, cuando le escribía, encabezaba sus cartas con estos términos: "Al reverendo Padre y Señor Hugolino, que debe ser algún día Obispo de todo el mundo y Padre de todas las naciones." Si por revelación sabía eil Santo quién era su protector, no es extraño que se considerase el mayor pecador del mun– do y se viese confundido al recibir semejante visita ( 1). 112: Doctrina del Santo sobre cuán peligrosas son fas preladas. Después de haber manifestado a su compañero fray León que no se juzgaría buén religioso, si no recibiese y sintiese todas las injurias con la misma paz y sereni– dad de semblante con que recibiría las finezas de aque– llos que le co1masen de alabanzas y de honores, añadió: "Ciertamente que los puestos honoríficos son muy peJi– grosos para la salvadón, tanto por la vanagloria que hay que temer en e! J.os , cuanto al go!bierno, que es muy peligroso; mas en los oprobios no hay sino motivos de merecer. Si me quitas,en la prelacía, estaría exento de dar cuenta a Dios ele muchas almas. La prelacía es una ocasión de caída, y las alabanzas ponen al borde del precipido; pero en el humillide estado de. s.úbdito hay mucho que ganar. ¿Por qué, pues, nos adherimos m~s a las cosas peili:grosas, que a aquellas que nos procuran una ganancia espiritual, cuando para esto se nos conce– de Hempo? ¡ Precioso documento que no debiera:11 per– der de vista cuantos ambicionan dignidades, y cuando las poseen temen perder.las! Viendo que muchos ambi– cionaban las :prelacías, fo cual les hacía ya indignos de ellas, afirmaba que ,los talles no eran frailes menores, (1) Celano: Vida Segunda, cap. III, núm. 24.-San Buenaventura: Leyenda, cap. VI, núm. 5.-Chalipe: lib. II, cap. XLII<.

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