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CAPíTULO XIII San Francisco y la humildad 101. Retrato de la humildad del Santo. Nadie como San Buenaventura ha sabido representar un aicabado retrato y fisonomía perfecta de la humildad del siervo de Dios; por lo cual vamos a transcribir las palabrns del. doctor franciscano. "La humildad-dice el seráfico doctor-, guarda y hermosura de todas lais virtudes, llenó copiosísimamente al siervo de Dfos, el seráfico Francisco. En su propia estimadón se tenía por un vi,! pecador, cuando en reali– dad era un espejo y dechado de la más ailta santidad. Sobre esta base solidísima procuró levantar, cual sabio arquitecto, el edifido de sus virtudes, no poniendo otro fundamento sino el que había aiprendido de Cristo. Por esto enseñaba que precisamente el descender el I-Iijo de Dios del seno del Padr.e a la morada de este mundo fué para enseñarnos con el ejemplo y de palabra, y como Señor y Ma,estro, la virtud santa de la humildad. Así que, como verdadero discípulo de Cristo, procuraba re– bajarse a sus propios ojos y aparecer vH a los ojos de los demás, acordándose de que el Maestro celes,tia,J ha– bía dit0110: "Lo que los hombres tienen por sublime, es aibominable delante de Dios. (Luc., XVI, 15.) Acostum– braba también repetir frecuentemente estas palabras: "Lo que es el hombre delante de Dios, tanto es y nad:1 más." Por esto reputaba ser cosa muy necia envanecer– se con las estimaciones del mundo, y conforme a esta doctrina se élllegraba sobr,emanera de los oprobios que recibía, y se llenaba de tristeza cuando alguien le ala– baba; pues, prefería oír de sí vituperios que alabanzas,

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