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- IOI - sos fa11dos, y aíl intentar el pas·o, se sumergían en el agua, unos a la orHla y otr-os al medio; otros, que no llevaban nada, pasaban con gran fadliida,d y pr,esteza. Vuelto fraly Lreón de su éxtasis, Je preguntó el Santo lo que había visto, y habiéndole oonta'Clo la visiión, Fran– cisrco se '1a ,e:xp,Hcó de la siguiente manera: "El río es. el mundo, los religiosos cargados. son los que, olvidándose de su profesión y violando, la evangéHca pobreza, están apasionados por las cosas terrenas. Esta es la causa de que se pierdan en et! mundo y tendrán que padecer en el iinfi,erno la justa pena. Los que han pasado el río s 1 in pe1Iigro, son los re.Jigiosos que, no queriendo tener nada común con el mundo, se contentan con vestir y c:omer pobremente, siiguen desnudos a Jesucristo desnudo, y no llevan sino el yuigo suave de Jesucristo y su ligera carga." ¡Magnífica 1nterpr.eitadón! Los religiosos no de- ben echarla en oJ.vido. Ciertamente que, cuanto más des– prendido se esté ~,e las cosas del mundo, menos peligro se corre de naufmgar. ¡Dichoso al que, imitando al se– ráfico Patrianca, deja todo su cuidado en manos de la di:virna. providenicfa ! ( 1) . , 96. Admirable parábola y su interpretación. Des·eando el Santo que la Regla· o forma de v-ida que había escr,ito para sí y sus reHgios,o,s mereciese la apro– bación de la Sill.a Apo,stólk,a, se dirigió a Roma, y ha– bi,endo sido in,tmducido por algunos cardenales. a la pre– senda del papa Inocencio III, éste, después de haber eiscuchaido las súplicas y deseos del pobre Francisco, Je dijo: "Haz, hijo mío, f,erv,iente oración al Señor, para que por tu medio se di,gne manifestarnos su voluntad, · y conocida que nos sea con cer,teza, accederemos más seguramente a tus petidones." Puso entonioes de un modo especia 1 l el Santo su con– fianza en Di-os, a qui:en pidió diiese a sentir a su Vicario los efe~tos de la divina inspiración. En la oración ohtu- (1) Florecill,as, cap. XXXVI.

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