BCCCAP00000000000000000000594

~ 98- el cardenal, el Santo ,Je respondió: "Señor, grande honor os he tributado honrando a otro Señor más excelente que vos. Porque, en verdad, se complace el Señor en la pobneza, y mucho más en aquella que por Cristo se con– vierte en voluntaria mendiddad. No quiero trocar por esas vanas riquezas.que os han sido concedidas, aquella dignidaid reaJ de Cristo; que hecho pobre por nosotros, tomó para sí, a fin de enriquycernos con su pobreza, y hacernos, oomo verdaderos pobres de espíritu, ·herede– ros y reyes del reino de los cielos." Bella respuesta, en un todo -conforme con aqueHa otra que dió San Grego– rio Nacianceno: "Si alguno reprueba mi pobreza, le res– pondo que éste es mi· tesoro. La pobreza de Cristo re– oién n,aoido, es mi ,patrimonio, el cual ha qrnerido es.far falto de todo, para que todos los demás viviésemos en lia abundancia." E'l cardenal, sumamente edificado con la respuesta ,del Santo, díjolie: "Hijo, haz lo que bien te parez,oa, po¡¡que el Señor está contigo." ( 1). 93. Predica la pobreza con el ejemplo. Tres años antes de fa muerte del :bienaventurado Pa– dre, quiso éste celebrar el Nacimiento del Hijo de Dios de un modo inus,itado, cónvirtiendo a la ciudad de Gre– cio en otro. Belén, y preparó para ello en el bosque una cabaña con un pesebre, un buey y un asno. Hizo, ade– más, preparar un a;ltar para celebrar la santa Misa, en Ia cual ofició de diácono. Terminada la fiesta, se r,etiró el Santo a,J cornven,to,. donde se hallaban a'lgunos ministros provinciales, que habían ido allí a comunicar con él algunos asuntos de sus resipectivas provinoias. En atención a la solemnidad del misterio que se celebraba, se preparó el refectorio lo mejor que se pudo, con. blancos manteles y vasos de cristal. Llegada la hora de la comida, entraron los reli– giosos y sentáronse a comer las humildes y pobres vian- (1) San Buenaventura: Leyenda, cap. VII-, núm. 7.-Cclano: Vida Segunda, cap. IV, nú!n. 7 5; Leyenda de los Tres Compañeros, cap. LI.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz