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.CAPíTULO XI San Francisco y su amor al prójimo 76. Su prudencia y caridad con los defectuosos. Refiérese que fray Pedro Catáneo, Vicario Geneml de la Orden, aunque de naturaI agradable, rep1'endía con en:ter.eza a los que no eran exa,ctos en la regu;lar obser– vanda, lo cua,I no agradaba a todos, siendo por esto muchos los descontentos. Afligido por los obstáculos ·que encontraba en el gorbierno de ,la Orden, escribió al Santo, el cual le corntestó con esta carta: "Al Miinistro General de los Menores: El Señor te bendiga. Mi amado hermano: te encargo tengas paden– cia en toda tu conducta, de modo que si alguno de tus hermano:s o cualquier otro te es contrario y llegas,e has– ta perseguirt2, r,ecíbelo todo como otros tantos favores, viviendo sincernmente en esta diisiposición y no de otra mainera. Ama a los que te den semejante tratamienfo, y no esper,es mudanza alguna hasta que Dios 1les de la gracia de ser mejores. La señal por donde conocerás que amas al Señor y que me profesas afeoto a mí, qu.e soy su siervo y el tuyo, será que ningún hel'mano tuyo, por cuak¡u.ier pecado que haya cometido, sailga de tu presencia sin haber probado los efectos de tu miseri– c.ordia. Cuando él no la pida, anticípate a ofrecérsela y pregúnfalie si la qui.ere; y si después de habenJ.a rehu– sado, se te presenta mil veces, muéstrale mayor afecto que el que me muestras a mí, a fin de reducirle a la buer1a senda. Ten compasión de aquellos que se halla– ren en tal estado, y haz saiber a los guardianes, cuando tuvieres ocasión para ello, que estás resuelto a practi– carla. Si algún fraiile llegase a caer, por tentación del

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