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- 78- compañero se opusiese, el Santo respondió: "Yo no quiero ser ladrón; se nos. reputaría por robo si no lo entregásemos a quien está más necesifado." Con lo cual terminó la porfía y fw~ dado el manto ( 1). 69. Castigo que dió a un religioso que juzgó mal de un pobre. En cierta ccasión se le acercó un pobre a pedirl,e limosna. El Santo tomó ocasión para hablar al compa– ñero rde su doble desgracia, •Y especialmente de la po– bre.za. Mas el religioso, que escuchaba, interrumpió al Santo ,para decir,le: "En realidad puede éste .ser pobre~ pero quizá en toda la comarca no se haHe otro más ric.o que él en el dese.o/' Al punto el Santo le hizo callar; mairndóle se desnudase el há!bito y así fuese al pobre, y· postrado de rodillas ·ante él, le pidiese perdón confe– sapdo su culpa, y se encomendase en sus oraciones. Cumplida la penitencia, lleno de singular cariño, le dijo: "Cuando v,eas a un pobre, acuérdate, hermano mío, de que en él se te representa, como en un espej,o, la per– sona del Señor y la de su Santísima Madre, por nosotros se hideron pobres. De igual modo debes cons.iderai' en los enformos ias miserias a que Cristo quiso sujetarse por amor nuestro." Este hecho, referido con tanta sen– cillez por Ios. biógrafos del Santo, nos revela la gran caridad, aprecio y estima que · el Santo hacía de la pobreza (2). 70. Ingeniosa estratagema para socorrer a 1;1n pobre. , A fin de que el seráfico Padre se abrigase, porque tenía necesidad, los religiosos le. prnpoi:;cionaron un manto, el cual disfrutó por poco tiempo, porque habiéndosele pre– sentado un pobre en Cella de Cortona, donde a la sazón se hallaba, salióle al encuentro un pobre, llorando Ja (1) San Buenaventura: Leyenda, cap. VIU, núm. 5.-Celano: Vida– Segunda, cap. VI, núm. 87. (2) San Buenaventura: cap. VIII.-Celano: Vida Segunda, cap. VI, número 85.

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