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- 75 - que se· sometían con gusto, ,los animaba y l:e8 decía: ".'Estos son los hermanos cristianos", dándoles este nom– bre por una singular distinción, recordando, sin .duda, Io que di:ce Isaías de Jesucristo: "Le hemos co¡:isiderado como un leproso y como un hombre herido "por Dios y humillaldo.'' (Isaías, cap. 53, vers. 4.) ( 1). 65. Cura el Santo a un leproso. u ' Había en un hospital un leprosof de genio tan colé– rico y exa.Jtado, que cargaba con irlj:urias y denuestos a los pobr·es religiosos que le s,ervían, llegando con su impadencia hasta blasfemar cte' Dios. Ent,erado el San– to, quiso servirle él mismo. "Qué harás-dijo el furioso enfermo-; qué harás que no lo hayan hecho y practi- · cado tus hermanos y compañieros? Después ele tanto tiempo que estoy sufriendo esta inaguantable enferme– dad, Dios se ha olvidado de mí; estoy desesperado y no puedo vivir más; nadie puede a:liviar mis ma1les, ni vos ni otro alguno." Deseando el Santo llevar la paz y tranquilidad a aquella alma desesperada, s•e retiró. a fa orarción, ·y des– pués de haber encomendado a Dios aquella necesidad, se presentó de nuevo ante el :leproso. Cuando le hubo exhortado a la paiciencia y ,calmado algún tanto, le pre– guntó lo que deseaba para poderlo servir.· Al punto res– pondió el enfermo: "Deseo me ,lavéis todo el cuerpo, por,que yo mismo no puedo sufrir el hedor que despi,de." El Santo hizo calentar agua con hi,ervas aromáticas y, luego, se puso a lavarle con sus propias manos. Con– forme le iba lavando, le sanaba y, al propio tiempo, la gracia causaba tal impresión en· su a1lma, que la cura– ción del cuerpo corría pa.r,ejas con la de su ailma. Con– duído el lavatorio, pidió públicamente perdón e hizo rÍ'l?)Urosa penitencia. Poco tiempo después murió y se le apareció al Santo, a quien le dió las gradas por el beneficio recibido, porque por intercesión suya, después (1) Celano: Vida Primera.-Sa11 Buenaventura: Leyenda..

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