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E L HERMANO D E T O D O S- como timbre de modernidad y de fortaleza ese dejar los pétalos sin tallo, ese querer que el lector: adivine· enigmas; que eso y no otra co~a es gran parte de la· lírica de hoy. Es corriente en muchos poetas el presentar sus– pensamientos desgranados y molidos hasta hacerlos: impalpables, revueltos con metáforas inéditas (a ve– ces, bellos aciertos); y a la inspiración volando soler entre titubeos, porque una mano impaciente le cort6 los hilos antes de su plenitud¡ Claro está que- un poema no ha de parecerse a un– trntado de lógica, ¡¡ que la traoazón racional de los– distintos elementos debe ser más libre y disimulada en la poesía que en el raciocinio; pero también lcr lírica debe mantener una arquitectura mental míni– ma, para que aquello sea un edificio y no un cajón– de sastre; y no se obligue al lector a vanas inturo– gaciones. que, a la postre, le dejarán la sospecha de que el autor le ha querido, simplemente, "tomar rt pelo". Conozco poetas -y - no de los oscuros ni de los-– desechados- que en el breve espacio de diez 9 quince– líneas, nos hablan muy seriamente, y bajo un mismo· título, del sudor sangriento del crepúsculo, del reu– matismo de Horacio y de los gatos muertos en las- - calles de Nueva York. Elementos tan dispares e irreconciliables en tomo a la noble Poesía, me hacen– el efecto de esas muchedumbres abigarradas que siguen· ' a los grandes persona/es: muchos de los que allí van– no tienen nada que hacer, están sólo "de curiosos" ► [ 9 ]

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