BCCCAP00000000000000000000589

E L HERMANO D E T O D O S vera de la sencillez. Quise que la filosofía de la viva lección se desprendiera por sí misma al correr del diálogo; quise que mi querido protagonista hablara con el encanto de su presencia y de su ejemplo, más que con las galas de una retórica torturada. -Lírica simple, me diréis, lírica infantil y cam– pesina-. Y yo os digo que un vergel debe tener esa simplicidad y esa ausencia de boato, para que los perfumes no se confundan entre sí, para que los pájaros vuelen ágiles y canoros, saltando aquí, ju– gueteando allá, en la plenitud de la hermosura y en el goce íntimo de su juventud. . . ¿Quién no sabe que Francisco de Asís es una alondra ascendente que va rompiendo trabas, mientras la nota cristalina de su canto sube como una flecha hacia las estrellas? El preciosismo lírico debe ser sobrio y medido en una obra de teatro en la que los personajes han de moverse dentro de la realidad y ante los ojos y los oídos de un público heterogéneo. Pase que una com– posición suelta aspire a tener vida propia, aún dentro del sello familiar de un mismo autor; pero la escena tiraniza y obliga, pone límites a la expresión y en– cauza con cierta lógica la acción y los modales; en fin, encuadra dentro de las paredes del proscenio lo que pasó, lo que está pasando y lo qué va a pasar. Así el espectador puede emprender la gran aventura lírica asido del brazo de la claridad, sin miedo a per– derse en laberintos y en desbordes inútiles. Otro defecto de la lírica moderna es la tristeza. Como una viuda inconsolable, no acforta a quitarse [ 11 J

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz