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CARTA ÓNCE Pero ¿existe hi Providencia? UY señor mío y amigo: No .ha podido llegar más a punto la.suya y voy a decirle el por qué. Hace unos días recibí una carta en la que se n1e decía: «Lo que. es Dios, bien mal se ha portado conmigo. ¡Tanto rogarle para- que no .muriera mi madre y aquí. me ve ahora sola en el mun– do!.. » Hoy estaba leyendo unas páginas sobre Paul Bourget y encontré esta anécdota contada por Albalat. Había ido este a visjtar a la madre de Guy de Maupassant, y. recayó la con– versación sobre la reciente y trágica muerte de su hijo:– q¿Pór qué Dios me llevó a ese hijo tan bueno, tan fuerte, tan, lleno de salud?... ¿Donde .está la justicia de Dios?'--'decía la. señora. Y como Albalat procurara.consolarla, ella le interrum– p.ió diciendo:-,,«No me hable V. de Dios. Si existiera Dios,. lavida carecería de encantos. Gobernados p.or El, la vida no tendría sentido común. Pero, si, como dicen, Dios existe, ya nos veremos la cara! ¡Tendrá que danne cuenta de todas sus. injusticias!» Y al leer esto no pud,e menos de recordar lo que afirman exclamó en cierta ocasión Lutero. «Si hubiera estado yó cuando Dios hizo elmundo, ya le habría dado más de un par de consejos.» Pues bien, mi guerido amigo. V .• en la suya n.o hace sino- . caer en esa crítica injusta deDios, hija de nuestro ep.;oismo y de nuestra ignorancia, que nos lleva hasta. a poner en duda, si es que no negamos, la existencia misma de Dios. «Porque si en efecto Dios existe e interviene en los sucesos humanos -me dice V. en la suya-¿cóino explicar, las miserias, lo&

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