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69 Y digo tan limitada, porque Vd. sabe muy bien los mu– chos misterios con que tropieza la razón, aun dentro del cam– po de las ciencias, que le pertenece y que no.son cinco, como los anunciados por Dubois Reymond, ni. cinco mi], sino una infinidad, aunque el gran Berthelot nos diga en un mqmepto de pedanterf¡:¡ dehtífica al escribir su Introducción a «Les Qrigines cf,e l'Alchimie» que «el Universo no encierra mis- terios.» · Sin duda porque el Universo no encierra misterios es que Berthelot nunca quiso admitir otras teorías defendidas por otros químicos, como el sistema periódico eje los elementos, la teoría atómica, la disolución electrolítica, etc. etc. Tan grande como él era Newton y sin embargo tenía la sinceri– dad de decir que se figuraba ser.un nifío que ~e entretiene en la playa buscando valvas y guijarros, mientras el océano inex– plorado se extendía ante sus ojos. Coloque, mi buen amigo, dos c11erpos, uno en presencia del otro. La razón, aplicando la Ley de Newton, determinará con facilidad la fuerza con que se atraen. Pero si en vez. de dos pone tres, tiene ya un problema difícil de resolver. Y si en vez de tres son cuatro los cuérpos, la razón se .declara en quiebra y no hay sabio capaz .de resolver el problemá. Y lo mismo digo de las ecuaciones. 1 Una ecuación de 5. 0 grado agota sin resultado la inteligencia más privilegiada. Y ¿qué nos queda de todas las famosas teorías de la Mecánlca, una de las ciencias mejor cimentadas, después de la innovación introducida pór Einsthein con su. no .menos famosa teoría de la «relatividad» c¡ue trae de cabeza a los sabios? Hipótesis, esfuerzps para hacer hablar >a.la esfinge-y la esfinge sigue ca– llada. Esto nos:debiera bastar para darnos cuenta de que si. dentro de la naturaleza hay misterios indescifrables a nuestra razón, necesariamente los ha de haber en Dios, que por su misma esenc;ia cae fuera de la naturaleza. Ni veo. porquéha de ser una humillación para el hombre el no comprender todo lo que hay en Dios, cuando esto pre-