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.CARTA NOVENA Raciolllllbilidad de los mist(?rios UY señor mío y amigo: Fundamentales en verdad son, como Vd. dice, mis dos cartas anteriores sobre la existencia de Dios y su personalidad, ya que ad· mitidas las verdades que en ellas le expongo, caen por su pe– so muchas de las dificultades que presentan los incrédulos, tales como las dos que Vd. me señala y ante las cuales dice «se detiene como espantado, sintiendo en su interior una re– pugnancia enorme a admitir cosas.semejantes». «¡El misterio!¡El milagro!» Tiene Vd. razón, mi amigo. He ahí los dos fantasmas ante los cuales tiemblan y se alboro– tan y salen de sus casillas nuestros modernos intelectuales, por que creen ver en ellos la muerte del pensamiento y la tiranía de la Religión sobre las conciencias.. Y esto es lo tremendo, to inadmisible, el despojar a la razón del cetro y la corona que le han puesto los demagogos de gabinete, quitándoselos a Dios. Todos los errores modernos, científicos, sociales, polí– ticos, filosóficos y religiosos están unidos por la base y esta es el valor exagerado que se da a la razón del hombre, depri– miendo y hasta negando la existencia del orden sobrenatural. Todo se reduce al racionalismo más ridículo, hijo del orgullo y de ta ignorancia. Los derechos de la razón serán tbdo lo grandes e intangibles que se quiera, pero Dios.tiene también derechos intangibles e inalienab!es y uno de ellos es el no po• d.er ser comprendido totalment~ por sus criaturas. Vamos, pues, a ver si quitamos esos miedos y destrui– mos esos fantasmas. Y como estoy convencido de que admi- 6

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