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.. 59 Los estrechos límites de una carta me impiden ser más largo, pero recuerde que Dios es el más popular de todos los. seres. La hurñanidad habrá podido equivocarse en cuanto a su ciencia, pero no se ha equivocado nunca en cuanto a su, existencia. La humanidad ha sentido siempre hambre de Dios. Desde el hombre prehistórico ,de las cavernas con sus armas y utensilios de Si!ex toscamente tallados, hasta los Egipcios, Caldeos, Asirios y los pueblos del Asia con su doctrina reli– giosa de Zárathustra y su libro «Avesta» cosas tan del gusto de muchos modernos reformadores, que quieren ocultar su desnudez. vergonzosa con .el manto incomprendido de antiguos pueblos, todos han creído en un ser superior, en Dios. Y ante ese plebiscito de pueblos y siglos que lo proclaman, nada son y nada significan unos cuantos hombres, que por su número y calidad son una verdera minoría. Fácil es negar a Dios. Lo difícil es explicar la existencia del Universo con su múltiples manifestaciones sin una causa, cuya existencia no puede de– pender de nuestras afirmaciones o negaciones. No sé lo que pensará V. de todo ésto. Yo por mi parte me contento con repetir aquellos versos de Amado Nervo: «Si· la ciencia engreida no te ve, yo te veo. Si sus labios te niegan, yo te proclamaré. Por cada hombre que duda, mi alma grita: ¡Yo creo!» Y con cada fe muerta se agiganta mi fe.» Queda siempre a sus órdenes su afmo. amigo y s. s.
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