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58 del cerebro y al nivel del paladar. Hay quien se ríe del Dr. Voronoff sin haberlo leído ni oído. Hay risas que nacen de la ignorancia. Yo no me río del Dr. Voronoff, apesar de sus excentricidades y sus utópicas esperanzas, porque en el fondo de sus ideales está el misterio de esas glándulas, que ende• rran para la medicina y para la humanidad problemas de pro– yecciones insospechadas. Voy a tomar una sola de las glán– dulas, el hígado por ejemplo, y mostrarle los 350 millones de células de que se compone, y las cuales se comunican entre sí por medio de filamentos nerviosos que ponen en actividad a más de 40 funciones distintas. No hay fábrica en la industria mundial que pueda compararse con el hígado, porque allí se ~labora la fibrina y los glóbulos rojos y allí se acumula el hie– rro y se almacena el calor, y el azúcar se transforma en glu– cosa, y allí, con la acción antitóxica que posee, se neutralizan violentos venenos. En esa aduana por donde pasa la sangre cargada de alimentos de detritus, todo se revisa y se dosifica y de allí, más de 700 tubicos miscroscópicos se encargan de vaciar en el organismo los productos, cuidadosamente elabo– rados y revisados. Puede Vd. explicarme por leyes ciegas, por la casualidad el que millones y millones de células vivientes con activida- - des tan distintas, procedentes todas de una célula madre, pro– duzcan la armonía y el equilibrio de la vida? ¿No ve Vd. que no puede haber efecto sin causa, ni orden, ni finalidad sin al– guien que los conciba y ejecute? No, no hay coincidencia for– tuita; la razón se resiste a admitirlo, sino un plan sabiamente intencionado y admirablemente ejecutado, que pide a gritos un Ser inteligente, que ha sabido imprimir, en forma de Le– yes, su voluntad soberana en todos los seres del Univ_erso. Los filósofos del Paganismo previeron esta verdad, cuando dijeron: «/11ens agitat mole,n.), (1) (1) Una inteligencia mueve al mundo.

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