BCCCAP00000000000000000000587
57 ruedan sobre nuestras cabezas?» Y todos conocemos el argu– mento dél satírico Voltaire: · L'Univers m' embarrase et je ne puis pas songer. Que cette horloge existe et n' ait point d'horloger. (1) ~Con cuánta razón pudo decir el Rey David: «Los cielos .can– tan la gloria de Dios y el. firmamento nos muestra las obras de sus manos.» Podía yo dirigirme al campo de la Biología y preguntar allí por el origen de la vida, que también pide una causa, ya que en la tierra, por su .estado inicial de incandescencia, no siempre ha existido la vida, y me encontraría con el materia– lista Wir,chow, que en un. momento de sinceridad exclama: «Si n.o quiero admitir un Creador, debo recurrir a la genera– ción espontánea. La cosa es evidente. « Tertium non da(ur». Y todos sabemos que Pa.steur y Tyndall han sido los sepulture– ros de la generación espontánea. La ciencia ha dicho ya sobre esto su última palabra. Podría yo tomar al hombre en toda la armoniosa complicación de su organismo, compuesto de un cuatrillón de células organizadas, vivientes,. e.acta una de las cuales es un misterioso laboratorio de química, que la ciencia no ha podido to.davía profundizar. Podría tomar el ojo, el oído, órganos de construcción estupenda en los que es imposible no ver el paso de un artista, o los aparatos circulatorio y nervio– so, sistemas de riego y comunicaciones, que jamás hubiera podido soñar y menos realizar el más hábil ingeniero. Podría yo tomar el funcionamiento misterioso de muchas glándulás, como la tiroides, situada delante de la laringe y que tanta in– fluencia tiene en la.vida cerebral; las suprarrenales, cuya su– presión ocasiona la muerte en 30 horas, porque en ellas pare– ce radicar el misterioso dinamismo del corazón; el todavía no comprendido cuerpo pituitario o hipofisis, colocado debajo (!) El universo se me pone delante y es inútil pensar que este reloj exista sin relojero.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz