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54 Tenemos pues, por un lado, que hay algo que ha existido siempre y por otro, que este algo no puede ser el Universo. ¿Qué es pues ese algo eterno y distinto del Universo? O es un ser necesario, que existe por sí o es un ser contingen– te, que existe por otro. Si lo primero, tenemos ya el «Ser formuló Helmholtz diciendo que «en todo momento la suma de la energía _ actual y de energía potencial es constante.» De modo qµe en la naturale– za «nada se crea y nada se pierde.• Esta ley de la energía, que no pasa de ser una hipótesis, por otra parte muy verosímil ya que ha permitido ,explicar una ·porción de. fenómenos antes inexplicables, ha sido refutada por Hirn y Clausius con la ley llamada de «la degradación de la energía• ,o de la irreversibilidad de tas fuerzas.» El Universo no es un sistema ce– .rrado que va repitiéndose indefinidamente por efecto de choques recípro– cos. El calor desarrollado por los choques nunca será igual al de la nebu– losa inicial. El Universo va fatalmente hacia su fin. Es cierto que la suma total de energía en el Universo es siempre una, constante, pero dividida en dos sumandos: uno la energía útil, aprovechable y otro la energía des~ aprovechable o potencial, que se difunde por el espacio y tiende a produ– cir el punto muerto, el equilibrio estable del Universo. La Astronomía nos lo demuestra al mostrarnos la petrificación de los astros; la Física al ense– ñarnos la imposibilidad del movimiento contínuo; la Química al decirnos, que de una serie de combinaciones posibles siempre se produce la más estable, la de mayor desgaste de energía y si a ésto añai:limos la ley de G. Lebon llamada «Ley de desmaterialización» según la cual la materia se disgrega lentamente y se convierte en eter, tendremos explicado ese fe– nómeno al parecer innegable para la ciencia, que el Universo camina len– ta pero constantemente a su fin. De aquí que ni la materia, ni la energía pue– dan ser eternas, pues si lo fueran, habrían ya llegado a ese .estado de desin– tegración y agotamiento, puesto que haría ya una eternidad que se esta– rían verificando esos fenómenos en la materia y la energía, que son de suyo finitas y limitadas. Es así que no han llegado a ese estado, luego es señal que no son eternas sino que han tenido un comienzo y si han teni– do un principio la causa de su existencia forzosamente está fuera de ellas. Por eso la misma ciencia con sus leyes y sus hipótesis nos da pie para hacer este dilema que no tiene escape. O la materia es eterna o hay Dios: Es así que no es eterna. Luego hay Dios. La teoria de Arrhgeriius afirmarido que el choque violento de dos so– les muertos produce una nebulosa espiral, que a su vez da lugar a 1111 mundo de nuevas estrellas, cada una de la cuales será el centro de nue– vos sistemas solares, aparte de no apoyarse en ningún dato, ni experien– cia científica, no hace, como dice muy bien Poincaré, sino retardar la muerte calorífica del Universo; trasladar a otro punto la dificultad, sin re– solverla. Porque de ¿dónde se han originado esos dos primeros soles muertos, que chocan? Caemos necesariamente en el vicioso circuito del sis– tema cerrado, que en Filosofía se llama: «Petitio pr!::cipii»
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