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52 Para ver claro en esta cuestión, aun en medio del ruido que arman todos esos señores, basta un corazón recto y una inteli– gencia clara, que sepa discurrir con tranquilidad y con lógica. No diré yo que la existencia de Dios sea una intuición, como quiere el ontologismo de Rosmini y afirma el intuicionismo de Bergson, pero tampoco es una verdad solamente revelada, que sólo por la fe podamos tenerla, como pretende Boutain. La existencia de Dios es una verdad que «se puede y se de– be... » demostrar científicamente. Y abundan de tal manera las pruebas de toda clase, que si cada una de por sí bastaría, juntas forman una argumentación tan aplastante, que no hay más remedio que o rendirse ante su evidencia o volverle la espalda, que es lo que muchos hacen. Voy pues a ver si consigo llevar un poco de luz a su cerebro. Ante todo, cuando decimos que Dios existe, queremos decir que hay fuera de nosotros y del Universo y por consi– guiente, independiente de nuestras afirmaciones o negaciones, un Ser real, objetivo, necesario y superior a nosotros, que ha sido la causa y el origen de todo cuanto existe. Creo que en esto estaremos conformes. Vea ahora un argumento de orden filosófico. Lo tomo de Balmes, quien a su vez lo tomó de Bossuet: «Si existe algo, existe Dios. Es así que axiste algo. Luego existe Dios.» No negará Vd., mi querido amigo, que existe al~o. Existo yo, que le escribo y Vd. que me contesta,-y exi-;te fuera de nosotros. el mundo, aunque no hayan faltado filósofos excéntricos, que lo hayan negado. Pues eso me bastí!, para afirmar que siemprn ha existido algo, pues de lo contrario, hubiera habido un mo– mento, en que nada existía y como de la nada no puede salir nada, nada existiría ahora. Pues bien, ese algo que siempre ha existido no puede ser el Universo con su materia y su ener– gía, como nos lo demuestra, no solo la experiencia, sino la misma ciencia con sus Leyes de la "degradación de la ener– gía» o irreversibilidad... de las fuerzas y la posterior de G ..