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49' Yo, al menos, no la veo. De modo que ni como concepto, nr como realidad existe, ese antagonismo. Podrán encontrarse separadas, pero reñidas, nunca. Por el contrario, encontrará: Vd. muchas veces, a la incredulidad muy del brazo con los vi– cios. Fíjese en las nuevas generaciones, que se van formando, y no se atreverá a negármelo. Claro que no existen tanto Sabio-Santo, ni tanto Santo– Sabio como Yd. y yo desearíamos; pero ésto tiene una explica– ción muy sencilla, pues aparte del carácter materialista y ateo que tomaron las ciencias modernas desde su nacimiento; por haber aparecido en un ambiente de ideas filosóficas francamen•· te antireligiosas, sucede, que para sobresalir en el campo de la santidad hay que .ded.icárse a ella de lleno y lo mismo para descollar en la ciencia, cada día más trabajada; y como el hombre es muy limitado en sus energías, r13sulta que los que. se determinan a ser santos no se preocupan mayormente de, las ciencias profanas, y los que aspiran a ser .sabios no encau– zan su actividad hacia el heroísmo y práctica constante .de Ja, virtud, que pide la santidad. De donde comprenderá que cien• cia y santidad son dos campos distintos., pero no contrarios de 1.a actividad humana. Es éuestion de especialistas, qU<~ enfo– can sus esfuerzos en distinta dirección. En fin, mi querido amigo, que estoy cansado de repetir estas cosas, que Vdes. no acaban de comprender, tal vez por miedo a la verdad, ya que de admitirlas, peligra el edificio de stis negaciones. Que su amigo tenga está por suya y Vd. sabe soy siem~ pre s. s. y amigo,

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