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47 haya sido sabio, de no ser en la. ciencia teológica? ¿ Es que está reñida la fe con la sabiduría?-Su amigo vuelve a confundir la fe con las costumbres, pues mientras.en la primera pregunta pone en contraposición lq, santidad y la ciencia, en la segunda lo hace entre la fe y la ciencia, cosas que son muy distintas; y como a esh1 última objeción he contestado ya en mis anteriores, voy a hacerlo en lo que se refiere a la santidad. No confundamos, mi amigo, al Santo con la peana. '.Digo esto, porque esa «S» mayúscula con que escribe la palabra San– to me hace sospechar que confunde la santidad y la canoniza– ción. Puede ser uno, gran santo y carecer de esa aureola ex~ terior que dan las mortificaciones sangrientas, los éxtasis que elevan y los milagros que admiran, todo lo cual no es conse– cuencia necesaria y nota inseparable de la sar1tidad, sino efec– tos o gracias con que Dios corona muchas veces la virtud extraordinaria, llevada al .heroísmo. Santo es el hombre que ama a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mis– mo por amor de Dios; el que impulsado por ese amor sabe someter su cuerpo a la razón y la razón a Dios; el que se es– fuerza por obrar el bien y evitar el mal; en una palabra, santo ~s él hombre de vida moral íntegra, .ennoblecida por la gracia. Y santos así, al menos en lo que humanamente podemos juzgar, lo han sido sabios como Ozanán el filólogo, y Reca– mier el médico, y Manzoni el novelista, y Cantú el historia– dor. Y supongo que no pondrá su amigo en duda la santidad de vida del Papa León XIII, gran filósofo, gran humanis• ta y gran sociólogo; ni la del Pontífice reinante Pío XI, uno de los paleógrafos más eminentes de nuestros días. Y ¿no sa– be que en la Exposición Universal de París en 1900 se lleva– ron los Religiosos el 70 º1 0 de los premios adjudicados a la sección de enseñanza científica? Y creo que entre los miles de R~ligiosos, cuya actividad allí estaba representada, habría siquiera algunos, que trabajaban seriamente en su santifi– cación. De modo que ya ve en que queda éso de que n.o hay ningún sabio que haya sido Santo.

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