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40 más degradadas, sino la exteriorización de esa necesidad de creer y que por no conocer el verdadero objeto de la fe, lo crea a la medida de sú pobre mentalidad obscurecida? ¿Qué es esa misma aberración vergonzosa que presenciamos en nuestros días y entre nosotros? Estamos en una franca deca– dencia de fe religiosa y sin embargo en pleno desarrollo de superstición. Nunca se ha creído menos y nunca se ha crei– do más. Fíjese cómo aumenta el número de adivinos con sus cartas, sus sortilegios y sus horóscopos; cómo se acude a las sesiones de espiritismo donde se escucha con religioso silen– cio los golpeteos de una mesa y las palabras del «medium»; cómo la gente se conmueve ante las zalamerías de una gitana que les echa «la buenavent-ura» y cree a cierra-ojos en las manipulaciones de un curandero vividor. Fíjese en el desarro– llo que va tomando «la mascota». No Feemos en la Reli– gión, pero creemos en ella y la encontramos en las casas, en los autos, en los aeroplanos, en los barcos, en las expedicio– nes al Polo y hasta sobre el pecho de las sefíoras y en el bol– sillo de los caballeros. Un perro, un gato, un escarabajo, una figurilla cualquiera de trapo, de metal o de celuloide bastan para sostener la confianza de los desertores de la fe. Y ¿qué se ve en el fondo de todas estas aberraciones sino la necesi– dad ineludible que siente el hombre de creer en algo? Por eso, cuando no cree en lo que debe, cree en todas las sande– -ces imaginables. Con cuánta razón dijo Chateaubriand, que «nunca está el hombre tan cerca de creerlo todo, como cuando afirma no creer en nada.» Todo esto nos manifiesta que la fe y la razón se perfeccio– nan mutuamente. Quite la razón a la fe y se llega insensible– mente a la superstición. Es lo que se nota en los· pueblos in– cultos en que la tendencia a creer sin el control de la razón los lleva a mil aberraciones. Quite la fe a la ciencia y se cae lógicamente en el materialismo racionalista, que es lo que les pasa a los sabios. Por eso la verdadera posición del hombre ~stá en la razón perfeccionada por la fe y en la fe custodiada
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