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37 supone el olvido en que Vd.. vive de todo el orden sobrenatu~ ral; ¿Cómo he de hablarle yo de que sin la fe el hombre n9 pasa de ser el animal más perfecto y no. llegará nunca a la posesión de esa vida ultraterrena en ta que Dios conocido y amado, constituye la felicidad absoluta y el reposo de esas an~ sias de verdad, de amor y de goce que todos sentimos, si s.on cosas que, hoy por hoy, no tienen para Vd. significación algu– na, por aquello que dice Balart: Sabio que nunca te humillas Y estudias para negarlas Las .celestes maravillas, A Dios se va de rodillas... Y tú no sabes doblarlas. Voy a tomar el asunto más de tejas abajo, con razones que no me ha de negar. El hombre, mi querido amigo, necesita de la fe porque está hecho para creer. Se lo pide su misma naturaleza y esa es la causa de que la fe se encuentre a la base de todas sus. actividades. Yo no sé si Vd. se habrá fijado en ese fenómeno curioso, .en esos tres mundos superpuestos que se p,ese11tan ante la actividad del hombre y cada uncí de los cuales tiene su órgano de visión correspondiente. Ante sus ojos se ofrece el mundo de la naturaleza excitando su observación, base de las ciencias naturales. Ante su razón se exptaya el mundo in– visible de las leyes y las causas, excitando su investigación,. que es la filosofía. Y por encima de estos dos mundos otro superior, el mundo sobrenatural. de la fe. Y así como la razón corrige, rectifica y completa la.s defic.iencias y errores de los sentidos, así la. fe completa y rectifica las deficiencias y erro– res de la razón. Además, aun en los mismos sentidos tenemos zonas de limitación in(:ontestables. Tome Vd. los ojos, la vis– ta. ¿Quién no sabe que tiene respecto a su función, una zona de visión distinta, otra devisión confusa y una tercera de com– pleta impotencia? ¿Quién que haya visitado la física ignora

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