BCCCAP00000000000000000000587
34 suficientemente fuertes para reirse de las pay.asadas que hace– mos los hombres y conservar en sus almas el tesoro de esa fe que nosotros hemos perdido. Los niños, seres inocentes toda– vía, no envenenados por los miasmas que brotan del lodazal humano. En esos tres seres vive la fe en todo su esplendor, porque Dios sólo puede hacerla brillar en la inocencia de los nfüos, en el corazón de la mujer cristiana y en los desengaños del anciano. Y ¿qué sería del mundo sin niños, mujeres y an– cianos ennoblecidos por la fe y la doctrina moralizadora de de Cristo?. M'"dite, mi querido amigo, en cuanto acabo de decirle; estudie bien a los incrédulos y verá con qué facilidad puede ir clasificándolos en los casilleros que le señalo, y cuando los tenga así catalogados, se dará cuenta de que los hay muy po– cos que lo sean de verdªd y de que ni aun con esos pocos tie– ne que ver nada la ciencia, por más que la quieran poner de cuña que sostenga un edificio inconsistente, que se desmoro– na por todas partes. Si Vd. con la inteligencia que posee y lo mucho que ha leido, consigue libertarse de esos prejuicios y dar a las cosas su verdadero valor, verá cómo ha de poder mantener su amor a la ciencia unido a una fe racional y pro– funda, a semejanza de aquel gran hombre de Estado, O'Co– nell, quien solía decir: «My faith is Rome's, my polythics is my own» (1) Sabe desea siempre complacerle su affmo. y _s, s. Fr. Miguel de Pamplona O.M. C. (1) Mi fe es de Roma, pero mi modo de gÓbernar es personal.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz