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Muchos que se llaman sabios Son porque Jo dicen ellos, 27 han ido formando la juventud de nuestras Universidades. EI mismo nos lo clice en el «Prólqgo». ((Los he tomado uno a uno por la solapa y· los he sacudito contra la pared con toda la fuerza·de .que soy capaz, sin miramiento y sin compasión». Pues bien, este hombre extraño y enigmático, al contem– plar cómo todas las filosofías y t;:idas las religiones, después de una trayectoria más o menos larga, decaen y fracasan por~ que, no respondiendo a una realidad, la humanidad les hace el vacío, mientras la doctrina de Cristo, enseñada por la Iglesia es la única que combatida por todas, vence a todas y queda siempre llena de vida, dedujo que solo en ella está la verdad, porque solo ella es inmortal, como Dios, en quien se apoya. Y fruto de esta convicción fué su «Historia de Cristo» de que le hablaba y que también se la recomiendo. ¿Podría Vd. decirme ahora, mi querido amigo, por qué a Vdes. los aleja de la Religión católica lo mismo que a.este hombre lo ha fraído a ella, es decir, el estudio y la m.editación? Yo no encuentro otra causa,-aparte de la gracia de Dios, porque la fe ante todo es una gracia, que Dios co'ncede a los que la buscan con humildad,-que la diferencia de ilustración intelectual y de lealtad científica, que es, como le he dicho, lo que falta a muchos de nuestros incrédulos. He sido largo, mi amigo, y como creo que éste es el pun– to que más de cerca le toca, dejo para mi próxima· el estudio de las otras fuentes, que nos han de dar el 111ayór contingente de la incredulidad moderna. Sabe no le olvida su affmo. y s. s.
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