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25 decadentes de falsa cimentación, se han internado por la «Filosofía de la Historia» y ia «Historia de las Religiones» y aquí es donde al contemplar esa va,iedad casi infinita de ma– nifestaciones del espíritu religioso, unas distintas de otras, y no reconociendo otra fuente de verdades que la razón, porqúe la fe y la revelación sbn ya un elemento religioso que ellos no pueden admitir, se pierden, se marean en medio de ese mar inmenso de razas, religiones y doctrinas que van, vuelven, se crµzan, se dividen en una extecsión de sesenta siglos, y ante ese movimiento al parecer confuso que se realiza en to– das direcciones, se agotan y desorientan sus cerebros y con la desorientación se produce la obscuridad de la noche y en– tonces sucede, mi querido amigo, que como de noche todos los gatos son pardol?, terminan por convencerse de que todas las religiones son iguales, a pesa-:- de sus divergenc:as fun– damentales, creyéndolas producto del subjetivismo colectivo de los pueblos. Y de esa igualdad y ese subjetivismo, que ellos fabrican, caen -fatalmente en la incredulidad teórica, pozo sin luz, ni aire, donde muere asfixiada la inteligencia, que por eso cantó el inmortal florentino: Lume non é se non vie::1 dal sereno Che non si turba mai: anzi é tenebre Od ombra della carne o suo veleno (1) Tal es, si no me engafío el caso de Vd., aunque ésto no quiere decir, que el mal que tales incrédulos padecen no esté agravado por enchufes subterráneos, que los pone en comu– nicación con las otras fuentes de que he de hablarle. No diré yo que no haya algo de. exageración en las bravatas que tales individuos lanzan por todas partes, pues es muy atinada la observación que hace Bayle al decir que en general «los in– crédulos dicen más de lo que sienten. La vanidad tiene en sus negaciones m!1cha más parte que la c.iencia>>. No hacen si- (1) No es luz la que no viene del Tranquilo, que nunca se turba: más bien son tinieblas o sombras de la carne o veneno.

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