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15 Figúrese, mi querido amigo, una altísima montaña a cuya base se encuentra todo ese conjunto de conocimientos y cien– cias naturales, que brotan de la observación de la metería y sus propiedades, provocando los nobles esfuerzos de la razón. A medida que ascendemos por sus escarpados senderos, nos vamos encontrando con las ciencias racionales, con el campo de la Filosofía. El hombre pasa de la observación y experi– mentación de fas primeras al razonamiento de las segundas, que investigan las causas y el porqué de las cosas y los fenó– menos. Aquí el horizonte visible de la inteligencia se ensan– cha, la luz se acrecienta y la razón admira las últimas relacio– nes que existen entre leyes y fenómenos que creía indepen– dientes. En esta región el entendimiento hace un trabajo de síntesis. El pensamiento pierde en extensión pero aumenta en profundidad. El hombre sigue subiendo y llega a la región de la Teología. Ya en esa altura la razón empieza a vislumbrar verdades que no alcanzaba a ver dé!sde el llano. Para 'caminar por esas regiones, donde a la razón empiezan a faltarle,ya las fuerzas y se marea y sufre de vez en cuando el vértigo de las alturas, ne½esita apoyarse en la autoridad y la revelación, ne– cesita ir atada y conducida por los guías; como van los alpi– nistas por las cumbres heladas de las grandes montañas para no desorientarse ni caer en los abismos que en su alrededor se abren, hasta que subiendo de claridad en claridad, de cum– bre en cumbre, llega el hombre al punto más alto donde la ra– zón cae sin fuerzas y desmayada y muestra Dios al hombre verdades y horizontes de luz sin límites, que en vano hubiera inte.ntado descubrir desde la base. Eso es la ciencia y éso la fe. Por éso decía Selgas que la fe con los ojos cerrados ve mucho más que la razón con los ojos abiertos. Y ¿qué le diré de esa oposición que Vd. ve entre el pro– greso de la ciencia y la ir1moviHdad de ta fe? No se le debe ocultar que, si la ciencia evoim;:iona y progresa, es porque no posee la verdad integral y la v4 buscando y tras ella se mue– ve sin descanso, de modo que la mayor prueba de lo débil de ¡

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