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219 Bien quisiera detenerme, u11 momento siquiera, en ha-· cerle ver los efectos de ennoblecimiento moral, de honradez, de santidad, de amor y fraternidad que el cristianismo ha pro– d4cido en individuos y pueplos, cuando se le ha recibido y· practicado con sincerid1:1d, pues, siempre ha resultado cierto Que los brazos del déspota se cierran Donde los brazos de la Cruz se abren. Digo «con sinceridad», porque si a pesar de 20 siglos de cris-· tianismo estamos todavía como estamos, no es por culpa suyw sino de los hombres, que en vez de sujetarse a sus enseñan– zas, se alejan de él y le persiguen. Sobre estos frutos ennoblecedores del cristianismo han: escrito páginas inolvidables hombres, que por sus ideas bien distintas de las nuestras, constituyen un argumento de fuerte, valor apologético. Oiga lo que dice el positivista Taine al ha– blar de la influencia del Cristianismo en la sociedad:· «Siempre y en todas partes, durante mil ochocientos años,. tan pron.to como sus alas se fatigan o quebrantan, las costum-· bres públicas y privadas se degradan. Italia durante ei Rena– cimiento; en lnglaterra bajo la Restauración;,en Francia bajo la Convención y el Directorio, se ha visto al hombre hacerse· pagano como el primer siglo e inmediatamente se le ha visto, .corno en los tiempos de Augusto y de Tiberio, voluptuoso y . duro, abusando de los demás y de.sí mismo. El egoismo bru- tal y calculador volvió a prevalecer; la crueldad y el sensua-· lismo se entronizaron en los corazones y la sociedad se con-· virtió en un degolladero y en un prostíbulo. Cuando se ha da– do este expectáculo y se le ha visto de cerca, se pue~e valo– rar lo que ha aportado el Cristianismo a nuestras soc:edades, modernas; lo que ha introducido de pudor, de dulzura y de hmpanida_d; lo q~e ha mantenido de honradez, de buena fe y de justicia. Ni la razón filosófica, ni la cultura artística y lite-· raria, ni siquiera el lionor feudal, militar y caballeresco; nin– gún Código, ninguna administración, ningún Gobierno bastanc para suplirlo en este servicio. Nada hay fuera de él capaz de: