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213 humanidad el depósito de la verdad religiosa, llegando en Je– sucristo a si.i complemento y.perfección definitiva. No es esa verdad religiosa la que ha ido adaptándose a los pueblos, si– no que ban sido los pueblos los. que se han adaptado a ella. Todos sabemos que a la aparición del Cristianismo, Roma y Grecia eran las dos cumbres del progreso humano y· sin em– bargo, tod_o el desarrollo de esos pueblos foé a desembocar en su evolución, al politeis.mo y la idolatría del Panteón.roma– no y el Olimpo griego, siendo el cristianismo quien derrocó aquellas alturas, haciendo que la humanidad mirara. a otro la– do y desandara el camino que había hecho. Este es un fenó· meno innegable y perfectamente histórico. ¿Qué es, pues, el.cristianismo? Es la religión fundada , por Jesucristo en la Judea y propagada por sus secuaces en el mundo. No creo haya necesidad de detenernos en demos· trar la existencia real e histórica de Jesucristo. Negar esa existencia, como lo han hecho algunos hipercríticos, es tan ridículo como negar la existencia del mundo exterior. Aunque no tuviéramos el testimonio de testigos oculares que le vie– ron, oyeron y trataron, aunque careciésemos de los Evange~ lios y cartas de sus discípulos, aunque no existieran ni la his– toria de Flav.io Josefa, ni las páginas de Plinio, el joven, Tácito y Suetonio, que de él nos hablan, creo que veinte si– glos de cristianismo con sus luchas, sus triunfos, sus mártires, sus sabios y hasta sus perseguidores, son inexplicables sin la existencia de un Cristo real e histórico, tan histórico, por lo menos, como Moisés, Saka-Muni y Mahoma. Y ¿sobre qué documentos nos apoyamos para determinar la personalidad y figura de Jesucristo, ¡:,ara conocer su vida y su doctrina? Tenemos, mi querido amigo, libros tan perfec– tamente históricos, que de ellos se ha dicho que «los hechos de Sócrates, en que todos creen, están menos atestiguados que los deJesucristo». Estos libros son los Evangelios. No se sonría Vd, pues no voy a acudir a la revelación divina para demostrar.su veracidad. Basta aceptarlos como simples docu-