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190 Se deduce de aquí, que ni la ciencia, ni la moral pueden de– pender de la libertad del individuo, sino que deben basarse e11 algo exterior y trascendente, que río es sino la verdad ab– soluta y el bien absoluto. Es decir que, así como no se da ciencia independiente, así tampoco se da moral independien– te, a no ser rt,que queramos admitir tantas ciencias y tantas morales, como son las obscuridades de la .inteligencia y los caprichos del corazón humano. Ahora bien: ¿quién puede ser esa verdad y bien absolu– tos, esa ley fija, inconmovible, invariable de moralidad, sino Dios que si por un lado tiene derecho absoluto sobre los hom– bres, es por otro la suma Sabiduría y el Bien sumo? La moral si no se apoya en Dios no existe y por eso habrá notado que la .moral atea es profundamente individualista, incapaz de mo– ralizar al hombre y mucho menos a la sociedad. Dios impri– miendo su voluntad en los gritos de la conciencia, que es lo que se llama la ley natural, o manifestándonos esa voluntad, ya directamente por la revelación, ya indirectamente por sus representantes legítimos, que es lo que se llama ley positiva, he ahí, mi amigo, la regla fija que hace que nuestras accio– nes sean buenas o malas, morales o inmorales, según se adap– ten o se alejen de ella. Dispénseme le haya hecho caminar por estos témpanos de hielo del razonamiento filosófico, pero he querido hacerle comprender que, dependiendo el hombre de Dios no solo en cuanto a su inteligencia, si que también en cuanto a su cora– zón, la Religión que, no es otra cosa que la manifestación de esa dependencia, abraza dos series de relaciones, una de ver– dades que ,hay que creer y otra de preceptos que hay qne ob– servar, de modo que la moral, como la fe, forman parte inte– grante y esencial de la Religión, y es inútil pretender fundar una moral verdadera y eficaz al margen de la Religión. ¿Nové Vd., mi querido amigo, que si desecha la Religión empieza por faltar a uno de los deberes más serios e ineludi– bles~ Y ¿qué moral es esa que empieza por faltar a un deber