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181 .en aventuras fáciles y donjuanescas, o porque han leído algún artículo de diario o revista ilustrada, o algún libro de i.tn autor cualquiera; se creen con derecho a desdeí'íar todo lo que hue– le a religión y a escupir por el colmillo, haciendo ascos de los que de .tales cosas nos ocupamos. A todos estos tipos trashu– mantes y ridículos, que se encuentra uno a docenas en cada vuelta de esquina, se les podría ·a1plicar aquello de «El arriero y el burro»: Contra el amo se desata, Y levantando su voz, Que es lo mismo que su pata, Lanzó en el aire una coz. Sabe Vd., mi amigo, que la.Religión cristiana sólo pide una cosa a los hombres y es, que no la condenen sin conocer– la. Y ésto es también de sentido col)1ún. Vamos, pues, a entrar en uno de los puntos más intere– santes de nuestra correspondencia, ya que tiende a llevar a la: práctica ciertas ideas, que .hasta ahora no hemos hecho sino tratar teóricamente. Me pregunta Vd. cuál es la idea exacta de Religión y si es necesario tener alguna. Me dice si no le basta al hombre .ser honrado y cumplir las obliga.dones que la sociedad impone, y quiére saber, si no son iguales todas las religiones y si no puede cada uno creer en materia religiosa lo que crea por conveniente, sin molestar a los demás. Todo ésto y algo más, quiere Vd. saber y yo voy a contestarle por orden para no confundir las ideas. Ante todo, veamos qué se entiende por religión. Una vez demostrada contra los ateos la existencia de un Dios crea– dor fuera de nosotros y la existencia en nosotros de un alma inmortal, contra los materialistas, fácil. es comprender que Dios y el hombre no son dos realidades independientes una de otra, sino. que;por lo menos están unidas por la relación de causa y efecto. Por eso dijo Cicerón en su tratado «De le– gibus», que entre Dios y el hombre existe una sociedad na-

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