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169 ma las aberraciones del pueblo. Platón, el divino, enseñaba \ la comunidad de mujeres; Séneca, el moralista, predicaba el suicidio y los austeros Catón y Cicerón confesaban con lama– yor naturalidad el vergonzoso uso que hacían de los jóvenes efebos. En fin, que cuarenta siglos de paganismo nos dicen lo que puede esperarse del hombre abandonado a su razón. Y si ésfo no le convence, mire el materialismo, el sen– sualismo, el ateismo a que han llegado los que desechando esa comunicación de Dios con el hombre, han hecho de la ra– zón su única luz y su único guía. Todo ló cual le demostrará que no es a los sabios a quienes hay que pedir el remedio. Ya lo dijo Voltaire con una de sus frases lapidarias: «No co– nozco un solo filósofo que haya reformado las costumbres, no digo del mundo, pero ni siquiera de la calle en que vive.» Y si ésto es así ¿negará Vd;, mi querido amigo, la nece~ sidad moral en que el hombre se encuentra de que alguien que no le engafíe, le manifieste las creencias que debe tener y el camino que debe seguir para realizar el fin de su existen– cia? ¿Y quién puede ser ése sino Dios, infinitamente Sabio e infinitamente Bueno? Y esta necesidad moral se convierte en físicamente imprescindible, si recordamos el estado sobrena– tural a que Dios, en su amor, ha querido elevar al hombrE:, . pues en este caso se trata de verdades que la razón no puede alcanzar y de preceptos que no surgen naturalmente de las relaciones mutuas entre Creador y criatura, sino que depen- den de la voluntad libre de Dios. ·· De aquí a la existencia real y positiva de la Revelación, no hay sino un paso. Porque una vez demostrada su necesi– dad, la lógica misma nos obliga a admitir su existencia, pues de lo contrario tendríamos que negar la Providencia y Bon– dad de Dios y en cónsecuencia el mismo Dios, ya que siendo el hombre su criatura predilecta, de quien El es su principio y su fin, no es posible que lo entregue a los extravíos de la razón y lo vea impasible sumergirse en tQda clase de errores, produciéndose de este modo el fracaso completo, no sólo de
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