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CARTA VEINTIDOS Existencia de lá Revélación • 1 UY señor mío y amigo: Hace tiempo que estaba es– perando el reparo que en la suya mehace, ya que ~,~:.. en el transcurso de nuestra correspondencia me he visto obligado repetidas veces a hacer alusión. a un asun– to, que lógicamente pensando, no podía Vd. dejar pasar siii pruebas. . .. En efecto, le he hablado con. fl:'ecuencia de verdades por nosotros.. conocidas y que sin embargo transcienden a nuestra razón; Je he dicho que el origen de muchas de las creencias comunes a toda la humanidad no tienen explicación, si no ad– mitimos el hecho de una revelación primitiva; hemos tratado de ideas a cuya verdad objetiva la razón no podía suministrar más que ·argumentos de conveniencia. Todo esto tenía que llamar forzosamente la atención de un espíritu reflexivo como el suyo y producir esa serie de preguntas cuya ·contestación va a ser el objeto de esta carta. Me dice que no ve la necesidad de admitir ciertas .ideas indemostrables por la razón y por la historia y que le parece mucho menos admisible el fundar la exactitud .de dichas ideas en comuni.cadones con la divinidad, cosa. esta que más que argumento en su favor, tiene todas las apariencias de una re– tirada estratégica, parapetándonos, ante la imposibilidad de dar una explicación que satisfaga a la razón, en ciertas comü– nicaciones con Dios cuya re.alidad sería difícil demostrar. ¿«Es. que Dios-sigue .Vd. diciendcJ--c·puede hablar al hombre? Y dado caso qne pueda ¿lo h~, hecho? Y si lo ha hecho ¿quién posee y dónde está el depósito de esas revelaciones? Ya sé R. P. que Vd. me dirá que en su religión; pero no olvide que también las otras religlones dicen lo mismo.»

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