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164 4. 0 ) «He oido-continúa Vd.-que la Iglesia afirma que Dios congregará a todos los hombres resucitados en el valle dejosafat. ¿Cómo es posible esto si no hay valle ni continente en el mundo, capaz de reunirtanta gente?» La Iglesia, mi ami– go, no dice nunc:a semejantes tonterías, que son de ordinario cosecha de la credulidad popular que todo lo materializa. Jo– safat es una palabra que significa «reunión». De modo que al decir que Dios nos congregará en el valle de Josafat, co– metemos una gran inexactitud, una anfibología que se presta a interpretaciones falsas y pueriles. Con eso no se quire decir sino que Dios congregará en su presencia a todas las genera– ciones resucitadas. ¿Dónde? Donde El quiera. Lo mismo so– bre la tierra, que en el espacio, que sobre cualquier astro. Allí donde El lo determine, allí estará el valle de Josafat, el valle de la imponente reunión. Sea de todo eso lo que fuere, no es precisamente la cien– cia la que puede hacer una objeción seria y precisa al dog– ma de la resurrecdón, dada la ignorancia en que se encuen– tran frente a los misterios que encierra la materia y el cuerpo del hombre. Es necesario que nos demos cuenta de que con todo el ruido de nuestras objeciones, no hacemos otra cosa, sino proyectar en la Omnipotencia y Sabiduría de Dios las . obscuridades de nuestra ignorancia. Pero por encima de estás dudas y obscuridades vibrará siempre el eco de la conciencia humana en aquellas palabras del Credo católico: «Specto resurrecfionem mortuorum;» espero la resurrección de los muertos, que Dante nos recuer– da en estos versos: Non v'accorgete voi, che noi siam vermi Nati a formar l'angelica farfalla, Che vola alta giustizia senza schermi? (1) Es cuanto deseaba decirle su affmo. y s. s. Fr. Miguel de Pamplona (1) No os acordáis que somos -gusanos destinados a convertirnos en resplandeciente mariposa, que volará sin temor hacia la justicia eterna?

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