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XV de ramplonerías avinagradas. A estos últimos nada tengo que decirles, sino aquello que leí, no recuerdo dónde y que lo re– pito en otra parte: Tu critica majadera De las cartas que escribi, ¡Pedanciol poco me altera. Más pesadumbre tuviera Si te gustaran a ti. Y no teniendo más que decirte, aquí te dejo a solas con estas cartas que para tí he escrito, pensando en que todos; tenemos en la vida horas de nostalgia, durante las cuales díri~ gimos nuestra mirada a lejanías que se esfuman entre el ruido y los vapores de una existencia febril y materializada, lleván– donos a regiones de misterio, que nos atr{len sin darnos cuen– ta. Verdaderas, clarinadas de ultratumba, que oye el alma llamando a la resurrección de los muertos y al despertar de los dormidos. Si su lectura te ilumina los caminos de la vida y te hace creer, amar, y obedecer a Dios, se dB1rá por muy satisfecho El Autor.