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148 fierno? ¿No podrán sus penas expiar la culpa que cometieron? No, mi querido amigo. Dios no nos puede salvar a la fuerza. Somos libres y líbremente nos acercamos o nos alejamos de El. De modo que, para que un condenado saliera del infierno, necesitaría hacer un acto libre de arrepentimiento y amor y esto es lo que no puede, porque ni en el cielo r:i en el infier– no existe la libertad. Esta es factor del tiempo, de la vida y terinina con la muerte,. límite justo y necesario impuesto por Dios a la actividad libre del hombre. Si así no fuera, ¿qué haríamos de la vida, si pudiéramos arrepentirnos más allá de la muerte? Si aun siendo tan incierta y corta la vida, si aun sabiendo que con la muerte empieza lo irremediable, jugamos tan a sangre fría con nuestro destino, ¿qué haríamos si tuvié– ramos por delante toda la eternidad para arrepentirnos? ¡Có– mo nos burlaríamos y reiríamos de Dios! Por otra parte, las penas. que allí se sufren, no expían nada, porque no son un remedio curativo, son un castigo merecido y nada más. Sé que todas estas razones, por fuertes que sean, deja– rán en su espíritu cierta obscuridad que les quita la eviden– cia, pero recuerde que estamos pisando los umbrales de lo sobrenatural donde todo es misterio y milagro y en esas re– giones nuestra razón no p..iede tener la claridad que tiene en el terreno purame~lte filosófico; pero dése cuenta cómo la fé, que nos asegura que hay un infierno eterno, no hace sino ilu– minar y confirmar lo que la razón presiente y olfatea. De todos modos-le diré con Balmes-dentro de cin– cuenta afios esta cuestión pavorosa estará prácticamente re– suelta para Vd. y para mí y ojalá que no tengamos que llorar eternamente el habernos aventurado demasiado, fiados en ne– gaciones absurdas y en dudas sin consistencia, olvidados de que por mucho que neguemos y protestemos, no hemos de impedir que la justicia de Dios siga su camino, como no per– turba la marcha de los astros el pufíado de arena arrojado al aire por un nifío. Dónde está el infierno, quiénes se encuentran en él, de