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130 ,espanto, la desolación y la miseria. Pero deje que se acerque un hombre de ciencia, un ingeniero hidráulico, y al ver aque– lla fuerza salvaje y destructora de.las aguas, la encajona en una potente tubería de hierrd, la lanza con todo su ímpetu · bien dirigido sobre una turbina y ta convierte en luz, en elec– tricidad, en fuerza motriz, que lleva la alegría, el progreso y el bienestar a miles de pueblos. Así es la libertad, mi querido amigo, fuerza salvaje de torrente, cuando obra sin hacer ca– so del orden, de la ley, de la moral; elemento de progreso y perfección, cuando se sabe dirigirla dentro de los límites de 1a verdad y del bien. Los marinos sajones cantan: El soplo de las tormentas ayuda a nuestros remeros Y el mugir de las borrascas y el retumbar de los truenos Nos llevan, como en su cuna, a donde llegar queremos. Es lo que los hombres debemos hacer con la libertad. Usarla de modo que nos lleve :a donde debemos ir..Cuando Giotto trazaba su famoso círculo diciendo: «Podéis juzgar m destreza al ver que sé describir un círculo impecable» cree Vd.que dejaba en gran libertad ni a sus ojos ni a su mano? ¡Libertad de pensamiento! ... Pero ¿se ha fijado que esta libertad no existe sino en los locos? Precisamente por eso los llevan al manicomio. Ni et filósofo, ni el sabio, ni el artista .son libres para pensar lo que les dé la gana en sus respecti– vas materias. El filósofo tien~ que sujetar su inteligencia a las leyes inflexibles de la lógica, si ha de llegar a la verdad, La Física, la Química, las Matemáticas tienen sus Leyes, sus fórmulas, a las cuales debe someterse el sabio en sus investi• gaciones y experimentos. El artista encuentra en la música las leyes de la armonía, y el pintor las de los colores, de la perspectiva y de las proporciones; el arquitecto, las de la gravedad y resistencia y sólo sujetando su inteligencia a esas leyes, llegan a ser grandes filósofos, grandes artistas y gran– des sabios. De modo que la inteligencia desde el momento en que se propone evitar el error que la degrada y llegar a la verdad que la ennoblece, deja de ser libre para pensar lo que