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105 trato sin. expresión, lo que esta.soberbia ,Basílica, si un techo vulgar, aplastando sus columnas,. reemplazase a l.as bóvedas airosas que se levantan como una tiara, sobre et pueblo cris– tiano.» Creo, mi bµen amigo, ,que al argumentár de este modo, no salgo· del· terreno de lo. racional y que no cometo exagera• ciones poéticas, que merezcan aquello de Se:ñal~s. son de juicio ver qµe .todos lo perdemos, unos por carta de más · y otros por carta de rrtenos. • Pt?ro, si así le pareciera, tengo todavía otra razón para olfa– tear hrexisJencia de ese mundo de espíritus y es esta. La perfección de .un"a causa se gradúa por la perfección de los efectos que produce, ¡:le modo que será tanto más perfecta cuanto tos efectos se acerquen más a ella. Así, cuan– to los hijos más se parecen a los padres, más perfecta es la paternidad. Un artista es tanto mejor, cuanto la obra artística que realiza, más. se acerca a la idea que concib.ió en su cere- . bro. Ahora bien, siendo Dios causa perfectísima, conviene que tenga .efectos que se acerquen a El, cuanto una criatura puede acercarse al Creador y como Dios es espíritu purísim9, parece que no sería caqsa., perfecta, si no hubiera producido una creación de espíritus desligados de la materia. Pues bien, mi querido amigo, esto qµe nuestra razón presiente sin que pueda dem.ostrarlo por argumeütos cientí– ficos, viene la revelación y nos to descµbre, diciéndonos: «Sí, tu inteligencia tierie razón, ha previsto bien. Existe en reali• dad ese mundo de seres espirituales que llamas ángeles.» Di– go la revelación, cosa que a Vd. tal vez le extrafíe, pero ¿se ha fijado en la creencia .universal de todos tos pueblos y de todos .los siglos respecto al asunto de que estamos hablando? La creencia en espíritus buenos y malos es tan antigua como el mundo. Existe en el pueblo pagano, como existió en el ju– dío y la vernos hoy entre nosotros. El politeismo de los pue-