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98 sus leyes sintéticas, y sobre todo esa obra del genio humano, las Matemáticas, tan abstractas y tan exactas, que con sus aplicaciones han dado origen a ese portento de nuestro pro– greso, la Mecánica, con la exuberante riqueza de sus fórmulas complicadísimas? ¿Se ha fijado V. cómo el hombre no está como la materia, limitado por el tiempo y el espacio y sin sa– lir de sí mismo sa pasea por todos los siglos de la Historia y recorre toda la inmensidad del espacio? ¿Se ha fijado cómo hay en el hombre algo que no pasa y envejece como la mate– ria, y aunque el cuerpo se derrumbe por los años y la enfer– medad, nos sentimos siempre jóvenes y aunque lleguemos a centenarios, sentimÓs que somos el mismo que cuando niños a pesar de la continua renovación que sufre el cuerpo en to. dos sus elementos, pues no siete años, sino treinta días bas– tan para que sea completamente otro? Se ha fijado V. cómo en el reducido volumen de su cerebro encierra el hombre un mundo inmenso de ideas? El P. Zacarías Martínez decía, ha– blando de Menéndez Pelayo: «Milagro viviente de la ciencia a los veintidos años. Prueba notoria de la espiritualidad del alma humana porque la materia es incapaz de contener en la mezquina extensión de un cerebro tanto caudal de ideas y resplandores». ¿Se ha fijado V. en ese fenómeno extraño que presenta el hombre de poder pensarse a sí mismo, siendo a la vez sujeto y complemento directo de esa acción inmaterial? Pues todo esto, mi querido amigo, si sabe meditarlo, le dirá que ese principio vital que posee el hombre no es solo distin– to y superior al de los animales, sino que es también inmate– rial, espiritual, ya que realiza acciones que la materia es in– capaz de realizarlas, siendo por lo tanto algo que tiene esen– cia y existencia propias, como nos lo indica su modo de obrar. De aquí podrá V. deducir que no son objeciones que me– rezcan la pena de refutarse aquello de los materialistas Littre, Buchner, Le-Dantec, que nos dicen que el pensamiento es un movimiento de la materia o un~ secreción del cerebro y que el alma no es otra cosa que la reunión de las funciones del