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93 genio y talento ha malgastado el hombre, para demostrar que no es sino un animal. · Este evolucionismo materiallsta y ateo es absolutamente inadmisible desde el doble punto de vista filosófico y religio– so. Ni ha sabido demostrar sus afirmaciones, ni ha podido re– solver las objeciones gue se te han hec~o, cosas ambas que no conseguirá jamás, ya que es incapaz hasta de probar ta transformación de una especie en otra. Et segundo grupo de filósofos que han pretendido dar una explicación naturalista del origen del hombre son los que de– fienden la.llamada evolución moderada, siendo en su mayoría católicos y muchos de ellos eclesiásticos. Para ettos el hombre ha podido tener un doble origen.. El cuerpo sería dé origen ani– mal perfecionado por la evolución. Dios no habría hecho otra cosa que crear e infundir el alma racional en un animal, así perfeccionado naturalmente. Esta teoría' expuesta por el in– glés Mívart en su "Génesis de las especies,. levantó gran oposición entre los católicos. Dicen que entonces Mivart en– vió su obra al Papa Pío IX y este en premio le concedió el ti– tulo y la borla de Doctor, que el Arzobispo de Westminster se los entregó en acto público. El hecho es que dicha teoría fué respetada como defendible por filósofos de gran autoridad, co– mo .el Cardenal González, el P. Dierks, el famoso apologeta Duilhé de Saint Proget y Mons. D' Hulst. Hasta el P. Zham se atreve a decir que el origen del cuerpo del hombre por de– rivación animal, armoniza con enseñanzas enunciadas por San Agustín y Santo Tomás. Sin embargo he de decirle, y ya ve Vd. si soy sincero, que tanto el P. Zham como Leroy, como Bonomelli, Obispo de Cremona, abandonaron dicha opinión, porque les hicieron saber que Roma"no veía con buenos ojos et que por teorías más o menos ingeniosas, peró indemostrables, se abandonara la opinión tradicional de la Iglesia que no es otra, según Vd. de– be recordar, sino que el hombre en cuanto al cuerpo y én cuan– to al alm& es obra directa de Dios; y mientras no se nos de-