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92 entusiasmado que era un hallazgo portentoso, aunque después resultó no ser otra cosa sino un vulgar precipitado gelatinoso de sulfato de cal, mezclado con substancias orgánicas que se– cretan algunos zoófitos y esponjas, al ser rasgados por losan– zuelos de los pescadorei,. Milne Edwards con su fina ironía declaraba ante las cinco Academias de Francia que el <<Bat– hybio» no merecía el honor que se le había dispensado y de– bía por lo tanto bajar de su pedestal para sepultarse en la nada! ¡Qué manera de confundir las fuerzas brutas de lama– teria con el admirable metabolismo celular, es decir, con ese conjunto de composiciones que se verifican en los seres vi– vientes y en las que preside una tendencia fija a realizar un fin determinado que no es otro que el movimiento de la vida! La célebre vida artificial reproducida por Le. Duc -y Herrera y que tanta sensación produjo en los impresionistas del mate– rialismo que andan a caza de rodrigones que sostenga su edi– ficio, se ha visto reducida a unos cuantos experimentos de Química recreativa, que recuerdo haber presenciado en la universidad de Louvain en las clases del químico Henry y del biólogo Meunier. ¡Qué manera de obscurecér y .desvirtuar la función sensitiva de los animales, para reducirla a una simple irritabilidad mecánica, y darse el gustazo de unir en un ori– gen común a plantas y animales! ¡Qué de trucos y escamo– teos fotográficos y de dibujo, para poder demostrar a los cándidos la ley biogenética de Fritz Müller tan explotada por Haeckel, según la cual el hombre, como organismo, durante su desarrollo embrionario pasa por todas las etapas o estados que tuvieron sus antepasados, de modo que de ser esto cier– to, la evolución ontogenética no es sino la historia en resu– men de su evolución filogenética !Qué modo de falsear con el ruido de una palabrería de relumbrón y con ejemplos de una candidez infantil, los conceptos de razón y de moral, para po– der afirmar que el entendimiento humano no es sino el instin– to animal perfeccionado. En fin, mi querido amigo, cuánto in-

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