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91 eues bien, mi querido amigo, respecto al hombre, tene– mos en el campo de la Filosofía tres sectores de opinión bien definidos. Uno, el de los defensores de la evolución rígida, materialista, representada por la escuela monista de Haeckel y Buchner y para la cual el hombre no es en su totalidad si– no un animal que ha evolucionado lentamente hasta ·su esta– do actual. Lo que el vulgo llama alma; razón, voluntad, liber– tad, conciencia, son tan solo diferentes modalidades que toma la energía vital, la cual a su vez no es sino otra modalidad de las fuerzas físicoqufmicas de la materia. Este evolucionismo rígido,que no es el de Lamark en su «Filosofía Zoológica» ni siquiera el de.Darwin en su «Origen de las especies», es fruto del ateísmo materialista, Heno de prejuicios religiosos, que se ha!propuesto explicar el mundo si,n la intervención·de Dios. Y como no podía menos de suceder, ha fracasado rui– dosamente. Ni la Morfología, ni la Embriología, ni la Paleontología · le han podido suministrar argumento alguno serio. El «Pithe– canthropus erectus» él «Horno prirnigenius» el «Horno parnpeus de Ameghino, los cráneos de Neanderthal y otros muchos descubrimientos parecidos, en derredor de los cuales tanto se gritó, han ido cayendo en el vacío por no servir cien- . tíficamente para demostrar el origen animal del hombre. A este se le ve aparecer de repente en la época cuaternaria sin antecesores, con las mismas facultades del hombre actual y con las mismas tendencias religiosas, morales 'y sociales que nosotros, aunque en un estado más rudimentario. De modo que ese evolucionismo no es sino una hipótesis más o menos llamativa, ap9yada por otras hipótesis no demostradas y que por lo tanto, .distan mucho de ser un producto de la ciencia. Y sin embargo qué de sofismas, de falsificaciones de la ver– dad, para tomar un aspecto de probidad científica. ¡Con qué falt~ de pudor científico se mostró al mundo de ·los sabios el famoso «Bathybius Haeckelii», como si fuera el eslábón que unía al mundo mineral con la vida, y del que Huxley afirmó
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