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L\ ORACIO~ 99 práctica ele la conducta personal de la Fundadora. Nos consta, en efecto, que « llamaba a la oración vida interior, porque daba al alma la vida verda– dera, como el alma la daba al cuerpo. Vida inte– rior, cuyo método había recibido de los padres de la Compañía de Jesús en conformidad ele las instrucciones dejadas por san Ignacio para per– feccionarse en ella. Hizo siempre tanta estima ele estas instrucciones, que cualesquiera que fue– ran las luces y sentimientos que Dios le comuni– caba en la oración, nunca quiso prescindir de ellas ni cambiar el método de orar. Con frecuencia aconsejaba a sus hijas que siguieran el espíritu de san Ignacio y el método de oración por él en– señado y así evitarían el peligro de ser engaña– das por el enemigo que tiene por costumbre ten– der sus lazos a las almas en la oración " 1 ª. Y aunque ora por su experiencia personal ora por otros conductos conociera diversos procedi– mientos que podían emplearse en este ejercicio, por su parte « perseveró siempre fiel al método que había recibido de la santa Compañía de Jesús, porque -solía decir- hacen mal los enfermos que cambian de médicos y el cam– bio de nodrizas perjudica a los niños. No hay cosa que tanto impida el progreso en la meditación, como la diversidad de maes– tros cada uno de los cuales suele tener nor– mas propias y diversas de los demás. Por esto aconsejaba a las religiosas que se aco– modaran a la metodología igm1ciana, que su 18 Cf. DE SAI~TE l\faRIE, Abrégé de la vie, p. 274.
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