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94 LOS MEDIOS das por esta Madre en lo más intenso de su oración. Ténganlo, pues, en cuenta para co– nocer la nobleza de su origen y no degradarse o envilecerse en un estado indigno de su nacimiento. La oración las ha formado. La oración debe ser su conservación, su alimen– to, su vida y su todo ,, º. No menos elocuente y significativo este otro testimonio, que pone en labios de Juana de Les– tonnac estas palabras, que aun no siendo literal– mente suyas, refüejan, sin embargo, muy bien su espíritu y su doctrina: « Hacía a sus hijas este razonamiento: puesto que la Orden de Nuestra Señora es fruto de la oración, es evidente que no se conservará sino por la oración. Las obras de celo, el tiempo y el cuidado que se dedi– can a la instrucción ele las niñas nunca dis– pensan de ella; ante ella deben ceder todas las ocupaciones exteriores, pues es y consti– tuye el alimento y el placer de nuestra alma, es el espejo fiel en que contemplamos a Dios y a nosotras mismas,,"'. Afortunadamente uno ele los pocos documentos auténticos recogidos por los biógrafos primitivos acerca ele las enseñanzas ele la Santa Madre, se refiere a la oración. Al trascribirlo nos garantizan que no añaden ni quitan nada. Es del tenor si– guiente: ° Cf. ibid., p. 379. Sustancialmente dicen lo mismo: FRA'.':CISCO JULH DE TüLOSA, Vita della Venerabile, parte II, cap. 11, f, 244; y Histoire de l'Ordre I, p. 344. 10 Histoire de l'Ordre I, p. 344.
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